Pajaritos deabuladores.

domingo, 28 de julio de 2013

Sueños alcanzables.



Ya no sueño con príncipes, ahora sueño con ciudades. Ciudades plagadas de gente. Caras diferentes para ver todos los días, sonrisas verdaderas al contrario que las sonrisas falsas que son el pan de cada día. Sueño con ciudades en las que cada día tenga algo nuevo para ver.



Vivimos en una caja de zapatos y ya todos nos conocemos las cuatro paredes de cartón. Sabemos si tiene algún agujero y exactamente dónde está. Vivimos tan embutidos que nos es imposible no rozarnos cada día. El roce hace el cariño. Pero el roce desgasta, desgasta las relaciones entre unos y otros. El mundo es un pañuelo y nosotros vivimos en la esquina más pequeña de este. Salimos a ver ciudades y nos imaginamos nuestro futuro en éstas, hasta que volvemos a la realidad y alguien ha mojado nuestra caja de zapatos, todo nos parece diferente y a la vez peor que el último día que andamos por este cartón, casi deshecho, que necesita una mano de pintura.



Ciudades en las que nadie se conoce y se puede empezar de cero. Ciudades en las que puedes soñar despierto y no dormir nunca. Y cuando estás allí echas de menos tu casa. Echas de menos esas sonrisas falsas, pero te das cuenta de que tu vida no sería la misma sin eso. Te das cuenta de lo diferente que serías sin todo lo que has vivido entre esas cuatro paredes. Y piensas que si todavía estuvieras allí, algún día la monotonía te haría explotar. Te sentirías tan agobiada que ni el grito más agudo, ni el más grave, ni el más alto te desahogaría.



Estamos atados como perros que no pueden entrar en las tiendas. Somos coches clásicos a los que no sacan del garaje. Somos cucarachas, todas iguales. Somos la monotonía de otros y la nuestra. Somos claustrofóbicos en esta caja de cartón.