Pajaritos deabuladores.

miércoles, 23 de mayo de 2012


A veces, cuando menos te lo esperas, alguien viene y te hace sonreír, aunque sea una tontada, pero sonríes.
Y es que es esa persona, si, ella, la que me hace sonreír, la que me consuela cuando estoy mal, o mejor dicho, es ella la única que sabe consolarme, es ahí, cuando los demás estamos mal cuando suelta parrafadas que son más bonitas que un sol en primavera, que te hacen llorar, pero no sabes si de alegría o de tristeza. Creo que es única, es ella la que te cuenta todo, o casi todo, la que sabe guardar un secreto y la que a parte de hablarte sabe escucharte, la que te da respuestas, soluciones a problemas o consejos. Simples consejos que pueden hacer que sonrías un día entero, una semana, que cuando estés mal te acuerdes de ella y te salga una carcajada, que digas, prometí que no lloraría. Pero prometí que no lloraría por estar mal. Y en estos momentos, en los que me vienen sus párrafos a la cabeza, en los que me acuerdo de que ella siempre iba a estar aquí para consolarme, en los que me decía que sonreía porque me veía feliz, por eso lloro, he cumplido mi promesa, no estoy mal, lloro de alegría, de felicidad, mira mis lágrimas, deslumbran, cada una lleva una carcajada, un te quiero, un para siempre, una sonrisa, un momento, un recuerdo, una historia, un adiós sin final, la vuelta de un viaje. 
Todo esto lo hace realidad ella. 
Helena, te quiero, gracias por estar aquí y por saber que decir en cada momento, cada instante, por cada lloro. Gracias.

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