La muerte es el principio de la inmortalidad.

Vivimos en un mundo en el que las verdades duelen y las mentiras curan.

Estamos acostumbrados a tener todo hecho, a no mover ni un dedo, pero eso sí, que no tengamos que hacer algo, porque en ese caso nos pasaremos media vida inventando escusas para dejar aquello. Tenemos muchos sueños pero pocas promesas se cumplen, tenemos planes de futuro, pero vamos a ciegas. 

Queremos ser importantes, pero nos conformamos con ser alguien. Y cuando hay que pedir, ahí estamos nosotros, exigiendo los que más, porque con todo nuestro esfuerzo lo necesitamos, es un deber, más que un derecho.