Pajaritos deabuladores.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Ya todo son mentiras.



Mojar tus dedos en el agua para rozarlos con tu cara. Notar como se extiende el rímel oscureciendo tu rostro a la vez que se oscurece tu corazón. Sentir que te han engañada, una y otra vez. Sentir que para esa persona con la que pasabas tus días constantemente ya no eres nada. Que es esa persona la que te engaña, la que te miente. O la que simplemente te cuenta las cosas malas que le pasan, supongo que buscando un consuelo. Y yo, como gilipollas o buena persona, se lo doy. Vuelco mi alma por alguien que no me dijo el momento más feliz de su vida. El momento inolvidable que probablemente ya haya marcado en el calendario. Que siempre va a estar con ella. Notas como son ahora las lágrimas las que humedecen tus yemas de los dedos. Te sientes como ese rímel extra potente que no resistió la tormenta. Las heridas internas te hacen ahora sufrir. Te sientes estúpido ante algo con lo que no puedes luchar. Tanto tiempo. Lloras y piensas que has desperdiciado tu tiempo. Que nada de todo aquello que construiste sirve ahora. Que la tormenta ha roto los cimientos y que una nueva constructora está lista para derrumbarlo todo y crear algo nuevo. Un proyecto en el que tú no estás metido. Estás al margen. Eres polvo. Ya no eres nada. Puedes ser mucho, pero no para esa persona que te desprecia día sí y al otro también, que te toma por tonta cuando no lo eres. Que no puedes hacer nada porque temes perderla de nuevo. Que te sientes culpable cuando no lo eres. Quieres volver a empezar, plantarle cara al ojo de ese huracán y hacer que cambie todo el parte meteorológico. Pero no te sientes lo suficientemente fuerte.

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